Aquel que hoy en d a vuelve a evocar en el mito de Roma el ideal del Imperio, debe darse cuenta de la fundamental irreductibilidad de un tal ideal no tan s lo como idea pol tica, sino respecto de la cultura de la totalidad del Occidente moderno.
As como un cuerpo no es vida y organismo, sino un mero compuesto material incapaz de mantenerse firme en el juego de las diferentes fuerzas, si no lo impregna y domina la unidad superior de un alma, del mismo modo la primera condici n del imperio es una s ntesis inescindible de espiritualidad y de politicidad; es la presencia efectiva de una jerarqu a de valores meta-econ micos y meta-pr cticos que condicione y domine, como un medio respecto de un fin, todo aquello que es econ mico y pr ctico; es una diferenciaci n absoluta entre los individuos --entre sus vidas, sus verdades, sus valores y sus poderes-- por lo cual en algunos seres se convierta en irrebatible alguna cosa que los distancia de las multitudes, as como la cualidad de un alma que es se ora respecto de s misma se distancia de la materia del cuerpo, del cual ella es el acto..
Debe con ojo fr o y nimo decidido, medir muy bien todo lo que es necesario querer, as como lo que hay que ser capaz de osar, a fin de que tal idea sea.
Aquel que hoy en d a vuelve a evocar en el mito de Roma el ideal del Imperio, debe darse cuenta de la fundamental irreductibilidad de un tal ideal no tan s lo como idea pol tica, sino respecto de la cultura de la totalidad del Occidente moderno