Description Pedro y Elizabeth no se conoc an y nada indicaba que hubiera entre ellos la menor afinidad, salvo que ambos eran j venes y que la infelicidad que nublaba su vida -cargada de ansiedad, depresiones y fracasos sentimentales- los hab a llevado a ponerse en manos del mismo psiquiatra.
En ese periodo escribió varios.
About the Author Brian Weiss, después de obtener el titulo de médico «cum laude» en la Universidad de Columbia y de completar su formación en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, trabajó como médico interno en el hospital de la Universidad de Nueva York y se especializó en psiquiatría.
This commonality is quickly revealed to be the work of destiny.
Quienes hayan le do sus t tulos anteriores -Muchas vidas, muchos maestos y A trav s del tiempo- conocen ya la categor a cient fica y humana de este psiquiatra que ejerce su saber gui ndose por una verdad olvidada: no hay cura posible si antes no sana el coraz n, algo que s lo el Amor logra ENGLISH DESCRIPTIONPeter and Elizabeth did not know each other; there was no reason to suspect that they were attracted to each other, except that both were young and that the unhappiness in their lives- full of anxiety, depression and emotional failures- had led them to be in the care of the same psychiatrist.
Brian Weiss, el hombre que facilit el reencuentro de dos almas gemelas destinadas a amarse para siempre, es el autor de este libro.
Fueron necesarias muchas sesiones de terapia -siempre bajo hipnosis- y el entusiasmo de un m dico capaz de transgredir el terco materialismo de la ciencia al uso, para que ambos recuperaran la memoria de anteriores reencarnaciones y descubrieran los Lazos que los un an m s all del tiempo.
El doctor Weiss, ya para entonces con la mente abierta a realidades que la mayor a de los terapeutas elud a o negaba de plano, supo intuir que Pedro y Elizabeth estaban ligados indisolublemente.
Esta circunstancia en apariencia casual no tard en revelarse como una estratagema del destino.
Description Pedro y Elizabeth no se conoc an y nada indicaba que hubiera entre ellos la menor afinidad, salvo que ambos eran j venes y que la infelicidad que nublaba su vida -cargada de ansiedad, depresiones y fracasos sentimentales- los hab a llevado a ponerse en manos del mismo psiquiatra